El otoño acaece dando los primeros frutos, las hojas de la viña se tornan ocres, algunas caen ante la decrepitud de las jornadas de fogoso sol. Tras los viñedos, hay una blanca bodega y algunas casas esparcidas. En el centro del cuadro cruza una carretera bordeada de árboles, las hojas de los cuales comienzan a amustiar. Termina con una perspectiva lejana de unas montañas no muy altas, con un tono casi grisáceo que es causa que el cielo destaque más sus colores azul y casi blanco de las nubes.

Pintura al oleo de Fina Vives.
Pinceladas impresionistas.